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Pues que ande armado, de algo servirá

En México, es común que las personas contraten escoltas armados, aprovechando ciertas lagunas legales para obtener permisos de armas. Sin embargo, muchos de estos escoltas carecen de entrenamiento adecuado, lo que plantea interrogantes sobre su eficacia en situaciones reales. Es sorprendente cómo individuos exitosos y altamente educados permiten que personas desconocidas, armadas y no verificadas, estén cerca de sus familias.

Asimismo, se contrata personal para la seguridad familiar sin realizar verificaciones de antecedentes o evaluaciones de confianza. Esto incluye a choferes y escoltas que tienen acceso íntimo a la familia, sin un conocimiento claro sobre sus orígenes o intenciones.

Un aspecto particularmente preocupante es la contratación de conductores sin verificar su habilidad para manejar bajo presión o en situaciones extremas. Lo que deja las interrogantes:

¿Sabías que el conductor promedio no tendrá la capacidad de controlar un vehículo en una situación extrema?

¿Sabías que la principal causa de muerte de niños menores de 14 años son los accidentes automovilísticos?

Y ¿Sabes realmente a quién le permites estar armado cerca de tu familia?

En un contexto más amplio, México sigue siendo uno de los países más peligrosos del mundo. A pesar de ello, muchas personas dejan sus coches en la calle, confiando en los cuidadores informales sin ninguna garantía formal, lo que refleja una actitud de excesiva confianza. Todo esto lleva a reflexionar sobre la eterna pregunta: ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?, ¿Será que nosotros mismos lo propiciamos?

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